El control de estabilidad es un elemento de seguridad
activa del automóvil que actúa frenando individualmente las ruedas en
situaciones de riesgo para evitar derrapes, tanto sobrevirajes, como subvirajes.
El control de estabilidad centraliza las funciones de los sistemas ABS, EBD y
de control de tracción.
Para funcionar, el
sistema de control de estabilidad necesita de cuatro elementos fundamentales, a
saber:
- Unidad de Control
Electrónico
- Unidad de Control
Hidráulico
- Bomba Hidráulica
contralada de forma electrónica
- Sensores
Los sensores a su vez se
encuentran conformados por:
- Sensor del volante y
dirección
- Sensor de velocidad en
cada rueda
- Sensor de movimiento
lateral orientado al eje vertical del vehículo
- Sensor de aceleración
lateral
La misión de todos estos
sensores involucrados en el proceso de funcionamiento del control de
estabilidad, se encuentra en que hay que detectar rápidamente cualquier indicio
de subviraje y sobreviraje del vehículo para de esa forma enviar la señal
correspondiente y que se activen el freno de una de las ruedas, compensando así
la trayectoria imponiendo una resistencia negativa en el eje contrario.
Hay que tener en cuenta
que este sistema de control de estabilidad debe mantenerse desactivado cuando
se circula por un terreno poco adherente, ello debido a que el control de
tracción trabajará de forma disminuida al detectar que las ruedas patinan y se
involucre al motor en una baja de las revoluciones.
Cuando se aplica una
fuerza distinta a la trayectoria que tiene el vehículo, éste tiende a vadearse
con una intensidad que dependerá de la velocidad y peso que lleve el vehículo,
provocando así la pérdida de control del mismo mientras que el conductor
intenta recuperarle moviendo de un lado para otro el volante. En este caso el
control de estabilidad se encarga de intervenir en los frenos, motor y hasta en
la caja de cambios.
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